La noche del pasado seis de diciembre, tuve el placer de asistir en buena compañía a la primera función de la obra de teatro «El adiós de Sabrina», de la compañía POKS, al frente de la que está la autora del texto y su directora, Cristina Poch. Esta obra, que estará en cartel hasta el 21 de diciembre en el espacio Porta 4 del barrio de Gracia de Barcelona, es un drama con tintes psicológicos, intenso e impactante, perfectamente interpretado por dos promesas de las tablas, Santiago Rusiñol y Laura Ameijide.
El texto pone a los dos protagonistas ante el dilema existencial que supone enfrentarse a una «Misión» más allá de la «Razón», o lo que es lo mismo, ante la situación de cumplir la voluntad de una joven, Sabrina, que siente que su tiempo en este valle de lágrimas ha acabado, y que debe regresar al lugar, que como alma sensible, no debía de haber abandonado nunca para vagar por nuestro mundo cruel, incapaz de dar espacio a seres especiales.
La obra enfrenta al padre de Sabrina (Santiago Rusiñol) y a Abela (Laura Ameijide), la representante de una clandestina y misteriosa organización encargada de llevar a cabo las últimas voluntades de personas que no pueden, aunque deben, dejar la vida mortal, a la difícil misión de cumplir con los deseos de Sabrina. En el corto espacio de tiempo en que coinciden en el lugar de reunión elegido por la chica, ambos protagonistas hablarán sobre la vida, la muerte, su sentido y consecuencias, sobre el derecho a morir; gritarán, pelearán por sus dispares visiones, y descubrirán el secreto que les une. Todo en esta obra independiente está acorde con sus grandes intérpretes, incluida la música original de Jose y Cristina Poch, acompañada por la voz de Aina Castells.
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