«Late Turner» en la Tate Britain
Joseph Mallord William Turner tenía sesenta años cuando inició un camino sin retorno al apogeo de su arte. En vez de representar su ocaso creativo, los últimos dieciséis años de su vida fueron los que nos dejaron las obras más significativas e innovadoras del pintor británico nacido en Londres en 1775. Sin embargo, los críticos y el público de su época no lo apreciaron como merecía, incluso pensaban que su pincelada audaz y alejada por momentos del arte figurativo era obra de la pérdida de facultades achacable a su edad avanzada.
La Tate Britain de Londres recoge gran parte de las obras postreras de Turner y las expone juntas celebrando la liberación de la estética victoriana y sus perjuicios. La exposición «Late Turner» pretende mostrar al artista en toda su originalidad e inventiva, en su compromiso con la sociedad y cultura de su tiempo y en su legado ideológico a la posteridad.
La imagen destacada del artículo no pertenece a este periodo, dado que no se pueden fotografiar las obras de la exposición comentada, sino a un fragmento de la maravilla titulada «Chichester Canal«, pintada en Sussex, al sur de Inglaterra, en 1828. Los colores brillantes se matizan con una pátina de ceniza que se cree refleja la atmósfera vivida en el llamado «Año sin Verano», es decir, en 1816, cuando una serie de fenómenos atmosféricos hicieron que las temperaturas bajaran, las cosechas se malograran y se produjeran erupciones volcánicas como la del Monte Tambora en Indonesia. Como evolución a esta obra encontramos la tardía «Paz – Entierro en el Mar« (1842), en la que Turner muestra la escena del entierro de su amigo Sir David Wilkie, muerto en Gibraltar. Un barco negro como la noche y las llamas resplandecientes procedentes del funeral manifiestan el cambio en la iconografía del autor. Recomiendo que lo comprobéis por vosotros mismos visitando la exposición de la Tate.
Algunas de las obras tardías de Turner están en un delicado estado de conservación por culpa del abandono que sufrieron tras la muerte del pintor, cuando se almacenaron en su estudio a la espera de la decisión de sus herederos y de la resolución de los problemas gubernamentales al respecto. Veintidós años después de la muerte de Turner, la colección se disgregó en contra de los deseos del artista. Hoy en día la Tate Britain reúne la mayor cantidad de obras del maestro.
Mr. Turner en el cine
La última etapa de la vida del genio es la que retrata el director Mike Leigh en su reciente y aclamado film «Mr. Turner«, en el que Timothy Spall encarna al pintor.
La película nos permite viajar a la época del último Turner, especialmente al Londres y Chelsea contemporáneos y a los paisajes a los que consagró su arte. La fotografía logra aproximarse a la luz y los colores de la obra del artista, a cómo debió de percibirlos él a la hora de plasmarlos en sus lienzos. Es un retrato también del oficio del pintor, que elige los colores de su paleta, pagando una cuantiosa suma por un azul ultramarino traído del lejano Afganistán, y que no duda en escupir y dar bruscos brochazos sobre sus creaciones para conseguir el efecto deseado. También nos sitúa en las relaciones de Turner con la Academia Real, que un día le elogia y otro le dilapida. Resulta fascinante la escena en la que, a través de una anécdota, se evidencia el desprecio del protagonista por la obra de John Constable, insigne paisajista como él, aunque más conservador en su técnica. Otro momento glorioso de la película, que muestra el cambio de posición de los críticos, académicos y del público hacia la obra menos figurativa de los últimos años de Turner, es la visita que este hace a la Academia para encontrarse con las célebres pinturas de los Prerrafaelitas, para él dignas de una sonora risotada. La Reina Victoria y el Príncipe Alberto, representantes de una nueva generación, ven los últimos cuadros de Turner como algo informe y vil, llegando su opinión a satirizarse en obras de teatro en las que se escenificaba cómo el artista pintaba utilizando la mermelada del desayuno, restregando la matequilla sin ton ni son sobre el lienzo. En este ambiente de decadencia flotan las recriminaciones de Haydon, el pintor siempre en la ruina, que decía a Turner que el verdadero artista debía consagrarse al Arte y no a la Academia.
Por otro lado, la simpatía hacia el artista, hacia el alma sensible capaz de crear tanta belleza, se diluye ante el personaje gruñón, hosco, zafio, insensible y egoísta. La falta absoluta de afecto por Evelina y Georgiana, las hijas que le dio Sarah Danby, con la que no llegó a casarse, no le deja en buen lugar. Pero el personaje que más impacto produce es el de la criada Hannah Danby, sobrina de Sarah, criada del pintor hasta su muerte. Hannah se representa como una criatura ignorada, utilizada como sirvienta y como desahogo sexual esporádico, a la que nadie pregunta por la enfermedad cutánea que la invade progresivamente. Un alma anulada, sometida, cuyo amor incondicional por el pintor este no valora, puesto que incluso le oculta la relación secreta que mantuvo con la Sra. Booth, con la que vivió sus últimos años en Chelsea. Pero Tuner también se muestra vulnerable, necesitado de un apoyo emocional, primero de su padre y luego de su postrera compañera. El artista y sus contradicciones. Luces y sombras. Verdad o mentira, y al final, una herencia que le ha hecho inmortal.
Y volviendo de este viaje a Londres, desde la ventana del tren capté algunas imágenes borrosas y evanescentes del crepúsculo que me recordaron la visita a la Tate, y por un momento me sentí en comunión con el espíritu de aquel hombre que supo transmitir su vivencia de la fuerza de Naturaleza.
Muy buen relato, recién visitamos el museo Tate en el que están las obras de este gran pintor y después vimos la,película. Coincido contigo, el ama de llaves fue un personaje importante en su vida, sin ella, su vida habría sido muy diferente, una mujer que fue ignorada, pero que tuvo un papel importante en la vida del pintor. La,película me impresionó, pero sus pinturas me embelesaron.
Muy interesante Isabel. Solo estoy dándome una vueltecita por aquí, curioseando. Tienes aquí un montón de información muy interesante. Yo también he estado siempre muy interesado en el mundo antiguo, durante mis tiempos mozos represente a Sófocles y a Plauto en un grupo de teatro clásico y Juliano el apóstata, de Gore Vidal, me abrió las puertas a leer bastante novela histórica sobre Roma.
Mi mujer trabajó brevemente para Robert Graves y una vez hasta conocí a su hija.
Bueno, sigo leyendo y estamos en contacto. Saludos.
¡Hola, Sergio!
Me encanta verte per aquí. ¡Qué lujo haber conocido a Robert Graves!
Nos seguimos leyendo.
Isabel