Comienza el año y, aunque todo sigue igual bajo el sol, quiero comenzarlo con unas reflexiones sobre la difícil tarea de ser escritor (léase también escritora). Hacía mucho que no dedicaba un tiempo a la sección de «Cómo escribir un libro». Los artículos sobre las figuras del agente literario y el lector editorial son los que más habéis leído y comentado, lo que demuestra el imparable auge de la escritura creativa. Tales ansias de publicación son imposibles de satisfacer por el sector editorial, el cual a su vez evoluciona para ajustarse a los cambios. Y esta paradoja, en mi opinión, ha pasado de oportunidad a amenaza para los que se lanzan a escribir.
Tiempos nuevos, nuevas dificultades
Hace unas décadas, escribir un libro parecía cosa reservada a una élite intelectual, casi daba vergüenza confesar que una se quería dedicar a ello, por si pensaban que te lo creías demasiado. Luego llegó Internet y, poco a poco, el universo de los certámenes literarios, de los envíos de manuscritos, se fue popularizando. Antes costaba tanto imprimir tu novela, empaquetarla y enviarla, que meditabas a qué concurso presentarte. Es fácil establecer un paralelismo con la fotografía digital, pues hace años se elegía cada instantánea, cada imagen a inmortalizar, para ahorrar en revelados. Hoy en día se sacan miles de fotos de un mismo lugar para, en la mayoría de casos, ni siquiera visualizarlas después. Hay una generación ignorante de dichos trances, pues vivimos en la época de las redes sociales, donde la información es efímera y en constante fluir.
En este universo de posibilidades, la oferta de libros cada vez es mayor, si bien no ocurre lo mismo con la demanda. Esto impide que las editoriales asuman el riesgo de publicar a desconocidos. Las que lo hacían, por desgracia, están desapareciendo o siendo absorbidas por grandes grupos. Aun así se publica muchísimo, algunas pequeñas editoriales incluso sesenta títulos anuales. Demasiados para una sociedad tan poco lectora. El pastel se lo reparten los mediáticos o los que ya tiene una comunidad lectora fiel, aquellos libros que se saben rentables de antemano y, por lo tanto, candidatos óptimos para una campaña publicitaria.
Leer y escribir, esa es la cuestión
¿Y esta parrafada a qué viene? Muy sencillo, a que las facilidades tecnológicas y las crisis han derivado en un crecimiento sin precedentes de personas que escriben. Sí, es un fenómeno en expansión. Pregunta en tu trabajo, a tus amistades, conocidos, familia… Encontrarás que un número significativo te dirá que ha escrito una novela, que escribe poesía, etc. ¿Es esto negativo? Todo lo contrario. Las inquietudes artísticas siempre deben de ser bien recibidas. Lo que ocurre es que ha crecido el volumen de autoras y autores no profesionales, pero no el de lectores. Es decir, que empezamos la casa por el tejado. El mercado se satura y no hay nadie al otro lado que consuma. Y si tú no lees, ¿por qué van a leerte los demás?
Me han pasado manuscritos que al primer párrafo ya denotaban que su autor o autora no acostumbra a leer, y me refiero a leer de verdad, no vale Twitter, ni con sus 280 caracteres por tweet. Algunas personas nunca se han planteado que para ser escritor deben de dominar la sintaxis, la gramática, las técnicas narrativas, en definitiva, empaparse del saber precedente. Eso solo para empezar. En ocasiones se ve esta falta de rigor incluso en relatos ganadores de concursos, en los que, por ejemplo, no se puntúan correctamente los diálogos. No dominar el instrumento de trabajo es un escollo para la profesionalización. Se puede cocinar, pero nunca llegar a ser chef si no se usan los ingredientes apropiados, se innova, se da con aquello que hará de la receta un plato único.
Leer para aprender. Compartir para evolucionar. Dejar el ego a un lado. Esa vocecilla que nos dice que tenemos un talento innato y que no necesitamos aprender o mejorar. Porque hay mucho ego en esto de ser escritor. Tranquilidad, la cura está en leer, leer y leer y en aplicar consejos como los que da María Antonia de Miquel en su manual Leer mejor para escribir mejor.
En las redes sociales
Los nuevos tiempos han traído nuevas formas de colaboración. No obstante, estas se usan a menudo sin explotar su aspecto más útil. La pregunta del millón: Tú que difundes tus obras en redes y foros, ¿promocionas a otros escritores o escritoras? Los grupos de Facebook sobre Escritura están llenos de posts sobre obras, muchas de ellas autopublicadas en plataformas líderes de ventas online, que escasamente reciben ninguna interacción. Es como un bazar en que se exponen mercancías carentes de comprador porque los propios vendedores ignoran los puestos de sus vecinos, y el público dispuesto a comprar se ha ido a los grandes almacenes.
Cada uno habla de su libro, y lo de los demás no importa. Yo me publico, yo me promociono, ¿olvidamos que la unión hace la fuerza? Cuando hablamos de creación tratamos material sensible, lo entiendo. Es parte de nuestra esencia. Las críticas duelen. Os aconsejo que os liberéis de estos perjuicios y os lancéis a ser también la voz de otros.
Hace unos años que un grupo de escritoras y escritores nos asociamos bajo el nombre de Verum Fictio. El resultado han sido dos antologías de relatos, una publicada a finales de 2018 y otra próximamente. Y sí, hay que gestionar muchos egos, sobre todo cuando toca trabajar los escritos ajenos. Este alejamiento de la propia obra es lo más gratificante de la experiencia. Enriquecernos a nivel humano y literario sin ver en ello competencia. Esa es la cuestión.
Menos postureo y más colaboración
La de escritor suele ser una profesión solitaria y poco reivindicativa. Esta flaqueza propicia los abusos por parte de algunas editoriales o negocios. Porque la industria editorial, aunque nos gustaría que la idea romántica del editor o editora capaz de renunciar al beneficio económico en pos de contribuir a la Literatura en mayúsculas fuera un realidad contemporánea, se rige por principios empresariales. Principios que chocan con el espíritu creador.
Podríamos debatir días enteros sobre las empresas de servicios editoriales que, bajo la premisa de la autoedición, se nutren de los sueños de la ingente cantidad de nuevos autores. Sin embargo, tampoco son extraños los casos de editoriales clásicas que no pagan los derechos de autor cuando toca, de finalistas de grandes premios a los que se ignora… He aquí otra de las debilidades de la profesión: el conformismo.
Ni se te ocurra pensar, autor novel, que se puede optar a ganar un premio con cuantiosa suma de dinero de por medio, estos son operaciones de marketing, lo que no significa ni que estén dados ni que sea una opción ilegítima (aunque podrían ser más claros con su función real, que no es descubrir nueva voces sino ofrecer un reconocimiento a las existentes), pero como diría uno de mis autores preferidos:
La reflexión que quiero hacer es que nos liberemos de mostrar por las redes que nuestro libro es un éxito tanto si es verdad como si no. Compartamos experiencias. Los logros también, qué duda cabe. La buena praxis, sin duda alguna debe de ser difundida. Que el ego no nos impida defendernos cuando haga falta. Desterremos a su hermana la vulnerabilidad. Esta nos condiciona demasiado cuando se nos da la posibilidad de compartir lo que escribimos.
Las editoriales parece que hacen un favor a los escritores, cuando son la razón de ser de ellas mismas. No aceptemos la injusticia. Leamos, creemos un consumo de literatura de calidad, busquemos la profesionalización. El mercado anglosajón nos saca ventaja en esta carrera. A ver qué ocurre con las fórmulas innovadoras introducidas con la pandemia.
Hola ISABEL, cuánta razón tienes en tus palabras. La verdad es que es un tema muy interesante para debatir y con muchos puntos de vista. Yo pienso que el autor novel que quiere escribir ahora tiene muchas más oportunidades por aquello de las redes sociales, las editoriales de auto publicación y un largo etc. Antes era mucho más difícil que alguna editorial ni tan si quiera leyera tu manuscrito y te contestara al menos, lo cual era muy decepcionante, pero ahora la oferta es muy generosa. Pero no nos equivoquemos, la mayoría de las veces esa oferta sirve para que… Read more »
Gracias, Andrés, por tu comentario. Tomo nota del libro de Pamuk, pinta interesante. La novela del concurso de Fuentetaja todavía sigue esperando su momento, el día que llegue serás de los primeros en saberlo ;). Estoy contigo en que no se debe escribir pensando en hacerse rico, si uno hace eso va apañado, es más fácil encontrar una olla de oro al final del arco iris. Otra cosa es lo que pasa a menudo, que un libro se publica, se vende, y el que menos cobra, si lo hace, es el escritor. Lo que es una pena es el poco… Read more »