La primera frontera
Lo que un escritor novel debe de tener muy claro en su ardua carrera hacia la publicación es que, a menos que posea un buen contacto que catapulte su manuscrito a la mesa de un editor, cualquier envío a una editorial pasará primero por las manos de un lector, pero ¿a qué se dedica realmente esta figura? ¿cómo condicionará que nuestro manuscrito llegue a a publicarse?
Un lector editorial se dedica a leer profesionalmente los manuscritos que una o varias editoriales le remiten para que realice un informe de lectura. Este informe breve decide la conveniencia de la publicación de una obra. La conveniencia se decide mediante una valoración literaria y otra comercial, cuya puntuación puede no coincidir, es decir, una valoración literaria de un cinco puede corresponderse con una comercial de un nueve. Y dependerá del tipo de editorial el que pese más una valoración que otra a la hora de decidir la publicación, aunque lo ideal sea un equilibrio entre ambos aspectos.
Se puede dar la posibilidad de que un editor lea la carta de presentación de un manuscrito y que esta despierte su interés y acabe examinándolo él mismo, aunque lo más corriente es que solo atienda los manuscritos de escritores conocidos, que ya hayan publicado con su sello editorial y los recomendados por agentes, críticos u otros editores amigos. La mayoría de obras llegan al lector o lectores, que las descartan con la lectura de las primeras páginas en un porcentaje elevado de los casos. Con mucha suerte se realiza el informe, que puede ser negativo, y en función de quien lo realice, crudo como la vida misma. Suerte que los autores no tienen nunca acceso al documento que califica su preciado trabajo.
El informe
El informe de lectura más sencillo incluye una cabecera (con el título de la obra, el autor, idioma original, número de páginas, nombre del lector y fecha del informe), un resumen y las valoraciones literaria y comercial. El resumen lo conforman una sinopsis y la trama, no según el autor, sino tal y como ha entendido los hechos narrados el lector correspondiente. La obra a examinar siempre llega a los lectores sin ninguna referencia (carta de presentación, currículum, etc.). El resumen en total no suele superar las 50 líneas.
Las valoraciones, tanto la literaria como la comercial, consisten en puntuar el manuscrito del 1 al 10. Para valorar la parte literaria se tiene en cuenta la estructura, los diálogos, personajes, estilo, tono, versatilidad, voz narrativa… en función de si el informe es más o menos completo incluirá otros aspectos más complejos. La valoración comercial se fija en el público al que va dirigida la obra, en qué catálogo editorial podría encajar, si el autor es conocido o no, se dan consejos de promoción…
El informe del lector editorial es, como ya he apuntado, confidencial. Nadie más que el editor y el lector tienen acceso a su información. Sin la tarea del lector, muchas veces llevada a cabo con muy poco tiempo, el editor no podría saber si entre los cientos de obras recibidas hay alguna que destaque, o resolver la duda de si un manuscrito merece ser editado.
Hoy en día también proliferan los informes editoriales encargados por los propios escritores a empresas de autoedición o marketing para autores. Grandes grupos editoriales como Penguin Random House ofrecen la posibilidad de solicitar un informe en su amplio abanico de servicios para la autopublicación a través de su webs, en el caso de Penguin www.megustaescribir.com.
No dejemos tampoco de lado que a un lector editorial se le pide su opinión personal, subjetiva, y que sus gustos personales influirán en sus valoraciones. No obstante, su conocimiento del mercado y su intuición son muy valoradas por el editor.
Es aconsejable para un escritor conocer los procesos editoriales, qué publica cada editorial, qué géneros se cotizan más en el mercado… un lector editorial puede calificar mal una obra por tratar un tema del que la librerías están saturadas (los Templarios en su momento, por ejemplo). No es que tengamos que escribir según lo que creamos puede valorar mejor un lector, pero tampoco podemos desconocer estos aspectos. Sobre este punto os aconsejo el curso anual que organiza Ámbito Cultural del Corte Inglés y la empresa Trivium Cultural en Barcelona: «Como nace un libro. De la idea al producto». En la edición de 2015 he asistido a la exposición de la lectora editorial Núria Saurina, que impartió una genial «master class» sobre su desconocido oficio.
Y como leyenda negra están los casos que hablan de trampas puestas a los lectores por parte de diarios o autores de renombre, que enviaron alguna obra ya publicada, incluso ganadora de un Nobel, con otro nombre y título, y fue rechazada por mala calidad para su asombro. Sobre este punto enlazo al artículo de Isaac Belmar de su blog Hoja en blanco: «El sorprendente asunto de los manuscritos rechazados».
Pues sí, la cosa está difícil, pero como me dijeron una vez: «Los sueños mueren por los pies que no quieren llevarlos».
¡A continuar escribiendo!
Muchas gracias por toda la información. Estoy muy interesado en ser lector editorial, así que poco a poco.
Lo valioso cuesta mucho 🙂
Un saludo.