La exposición y el artista
El Museu Europeu d’Art Modern (MEAM) de Barcelona es la sede de la exposición «Un paseo por la obra de Josep Llimona», que puede visitarse hasta final de febrero de 2015 y que conmemora los 150 años del nacimiento del escultor catalán.
Josep Llimona y Bruguera (Barcelona, 1864-1934) fue sin duda uno de los artistas que mejor representó la época de tránsito del s. XIX al XX en Cataluña. De muy joven, Llimona viajó a Roma con su hermano (que sería el insigne pintor Joan Llimona) gracias a una beca recibida tras finalizar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes. Al regresar a Barcelona se encontró con la la Exposición Mundial de 1888 y la efervescencia artística que este acontecimiento produjo, y se dejó impregnar de esta esencia.
Para saber del físico y la personalidad de Llimona no hace falta más que leer la definición que le dedicara Tomàs Roig i Llop en el diario «La Veu de Catalunya», ya fallecido su amigo:
«El artista tenía la altura y el gesto de un apóstol que irradia un halo de belleza suave y varonil. La frente, surcada de arrugas; los ojos, pequeños y penetrantes, entre la cabeza grisácea y la barba ufana. Las manos son fibrosas, dóciles a la inspiración. Cada dedo, un pequeño y mágico cincel que hace vivir en la piedra las más emotivas inquietudes humanas. Dice pocas palabras, con una voz oscura, llena de latidos soñadores. Y camina un poco encorvado y lento, con el aire de un gigante cansado y triste».
Las obras más significativas de Josep Llimona fueron las esculturas de temática religiosa, sus figuras femeninas y las de trabajadores representados como héroes incansables, símbolo de un pueblo, influencia del escultor belga que tanto admiró, Constantin Meunier.
Las iglesias, edificios y cementerios de Barcelona albergan muchas de sus obras, de sus ángeles evanescentes, sus vírgenes etéreas y tiernas, sus jóvenes con la mirada baja, tímidas y melancólicas, y sus castos y sinuosos desnudos. En Montjuïc, por ejemplo, el panteón de Mercè Casas de Vilanova está custodiado por la escultura que represente el Dolor y que es clara manifestación de ese Romanticismo en desaparición que late en la obra de Llimona.
Hay algo en la pureza que cobra vida en la piedra, en la humildad de la grandeza inmortalizada, que convierte en único a Josep Llimona.
Siempre recordaré a este artista con mayúsculas vinculado a mis visitas dominicales al antiguo «Museu d’Art Modern», ubicado por entonces en el Parque de la Ciudadela de Barcelona, junto al «Parlament de Catalunya». A mi padre le gustaba llevarme a este museo, y de su mano conocí a Llimona y a pintores como Marià Fortuny, motivo que me hace amar aún más a este escultor.
En los jardines del Parlament continua sumida en su serena desgracia la copia de la escultura «Desconsol» («Desconsuelo»), cuyo original alberga hoy el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y que se considera obra de referencia del artista, muy vinculada al Simbolismo.
El MEAM
El Museu Europeu d’Art Modern (MEAM), está situado en el barrio del Borne de Barcelona, en la calle Barra del Ferro, tocando Montcada, calle de palacios medievales y de época Moderna, en la que se concentran otros museos de renombre como el Picasso. El MEAM expone el mejor arte figurativo de los siglos XX y XXI. Es la «Fundació de les Arts i el Artistes» la que está detrás de esta institución cultural privada, cuya misión es la promoción de nuevos artistas, para lo que organiza cada año el Premio de Pintura y Escultura Figurativa. La Fundación también abre una ventana al mundo de las obras de los artistas figurativos contemporáneos a través de su web «Figurativas en Red«.
En las salas superiores, y una vez vista la exposición temporal sobre Josep Llimona, uno no se puede ir sin visitar la esencia del MEAM: su colección de obras de artistas actuales, muchas de ellas adquiridas en los últimos años.
Se agradece que en el s. XXI siga existiendo un hueco para el Arte Figurativo, algo menos visible que otras formas de expresión plástica más abstractas o innovadoras como el vídeoarte. En museos como el MACBA o el Guggenheim apenas se exponen obras contemporáneas que plasmen el universo particular del artista de forma reconocible para el público.
Los que somos más clásicos disfrutamos con artistas como Jorge Egea Izquierdo y sus esculturas que parecen que van a ponerse a andar o con el toque modernista, mágico y mitológico de las pinturas de Arantzazu Martínez Peciña. He seleccionado imágenes de ambos artistas, aunque salí fascinada por otros muchos que no conocía y de los que pienso seguir la trayectoria, pues tienen mucho que ofrecer.
También supuso un grato descubrimiento el espacio que ocupa el MEAM, el Palau Gomis, uno de los palacios más importantes de la Barcelona del siglo XVIII, y que no solo hace las funciones de museo, sino que en su interior se celebran conciertos de música clásica con merienda todos los sábados a las 18 horas, además de otros certámenes musicales y culturales. También puede alquilarse el Patio Barroco, la Sala Noble del primer piso, en la que se hacen los conciertos, y el museo entero, para eventos particulares.
¿Os atrevéis a aventuraros en este lugar singular?
Buenas tardes, acabo de descubrir tu blog y quería agradecerte el comentario de mi obra
recibe un cordial saludo y cuenta con mi colaboración cuando lo precises
Jorge Egea
¡Hola, Jorge!
Un placer saber que te has pasado por mi blog. Me encantaría que me informaras de tus exposiciones para hacer difusión de tu obra. Espero que coincidamos pronto.
Un saludo,
Isabel