Osiris renace en el Museu Egipci
El viernes trece de mayo de 2016 tuvimos la suerte de realizar una visita exclusiva a la nueva exposición temporal del Museu Egipci de Barcelona: «Osiris, dios de Egipto. El ser que permanece perfecto». De la mano de Anna Catón nos transportamos al Antiguo Egipto y a lo que representó en su cultura la figura del dios Osiris. Divinidad fundamental para entender muchos de los conceptos teológicos, políticos y geográficos de Egipto, Osiris era considerado el dios de la resurrección, la fertilidad y la regeneración del río Nilo. Representado normalmente con los atributos de rey (coronas Atef o Hedjet, cayado Hekat, látigo Nekhakha y cetro Uas), adopta una pose estática de momificado. El color de su piel es siempre verde o negro, como la vegetación de las riberas nilóticas y el limo que las nutre.
El mito que protagoniza Osiris con su esposa Isis y su hijo Horus (Tríada Osiríaca) fue recogido también por autores grecolatinos como Heródoto, Plutarco o Diodoro Sículo, grandes admiradores de la sabiduría egipcia. En el mito, Osiris es asesinado por su malvado hermano Seth, que usurpa el trono de Egipto. Este convence a Osiris de que se introduzca en un sarcófago y lo lanza al Nilo para que muera ahogado. Su ataúd llega hasta la lejana Biblos y allí encaja en un árbol que acaba siendo pilar del palacio real. Seth se entera y viaja a Biblos para cortar el pilar y descuartizar el cuerpo de su hermano, que otra vez en el Nilo se dispersa por toda la Tierra Negra. Pero Isis, la esposa fiel, ayudada por su hermana Neftis, recupera todos los pedazos de su amado y con ellos confecciona la primera momia, propiciando que Osiris resucite y reine en el Más Allá. Símbolo pues de la resurrección, el mito justificaba la importancia de la momificación para gozar de la vida después de la muerte y la legitimidad del poder del faraón, heredero natural del hijo de Osiris, Horus, el vengador de su padre, que recuperó el trono robado por su tío Seth. Asimismo, como los pedazos de Osiris se repartieron por todo el país (Alto y Bajo Egipto), este constituía un argumento irrefutable de la unidad espiritual de los egipcios, apelada en tiempos de crisis y de separatismo.
La exposición
La muestra temporal expone piezas de la colección propia del Museu Egipci de Barcelona y podrá verse hasta el 30 de junio de 2016 en la recién estrenada sala 2. Luz tenue que crea ambiente de misterio, vitrinas con obras seleccionadas y bien iluminadas y un estudiado aprovechamiento del espacio facilitan la inmersión del público en un mundo de belleza y misterio.
En primer lugar se sitúa al visitante en la iconografía típica del dios Osiris y de los protagonistas de su historia (con el sincretismo que caracteriza la religión egipcia). A su lado encontramos al pez oxirrinco, que conservó el pene del dios o se lo tragó, depende de la versión, y que aparece en el Nilo en la época de crecida y por lo tanto del renacer de la vida natural.
Destaca la representación del dios como pilar Djed, entendido como columna vertebral de la divinidad o el pilar de Biblos de la mitología.
También se destina un espacio a las fiestas de Khojac que se celebraban en honor de Osiris y escenificaban su muerte y resurrección mediante simulacros y procesiones que fácilmente podemos asociar a nuestra Semana Santa. En el cuarto mes de la inundación del Nilo, lo que sería el mes de noviembre, los templos dedicados a Osiris u Osireions (el más destacado era el de Abydos) recibían a los creyentes que escoltaban las representaciones del dios y las depositaban en los nichos habilitados para dicho fin, enterrando las anteriores. Eran los Osiris germinantes, que podían tener la apariencia de figuras o de ofrendas en forma de ladrillos ahuecados con la silueta del dios, rellenos de tierra y semillas, símbolos de la vida regenerada, que el pueblo se llevaba a casa.
La nueva adquisición del Museu Egipci, el sarcófago de Unnefer (nombre equivalente a Osiris, que en la tradición cristiana deriva en el del santo Onofre), es pieza clave de la muestra. La pieza representa la relevancia del mito en épocas tardías y su difusión entre las diferentes clases sociales. Es la imagen que acompaña el título de este artículo.
El cartonaje de la momia de la Dama de la Casa se ha trasladado a la exposición como ejemplo de un «fetiche de Abydos», pintura en que Osiris se convierte en protector de la difunta. Es un buen momento para disfrutar de esta hermosa pieza en un entorno distinto e inspirador.
La exposición termina con las reproducciones del Libro de los Muertos de Any (British Museum) en que se representa el Juicio de Osiris. En este, el alma del difunto pasa por numerosas pruebas hasta llegar ala balanza en la que Anubis pesa el corazón (fuente del conocimiento para los egipcios) con la pluma de Maat, diosa de la justicia cósmica. Solo los corazones livianos o puros superan la psicoestasis y son dignos de enfrentarse al dictamen final de Osiris, que decide los que viven eternamente junto a él.
Y como colofón a la visita, resta comentar la cercanía entre ciertas creencias expuestas durante el recorrido con las propias de nuestra cultura, lo que no es de extrañar, ya que la religión egipcia y su simbolismo elaborado despertó el interés de los sabios de la Antigüedad. Su explicación del mundo tangible e intangible se cree en el fondo expresión de un monoteísmo mal entendido por los profanos, cercano el muchos aspectos al cristianismo. No olvidemos que la filosofía occidental bebe sus fuentes de Egipto, pues hasta algunos de sus famosos templos como el de Karnak viajaron los grandes pensadores de Grecia y Roma, e incluso el mismo Jesucristo pasó sus primeros años en la tierra de los faraones.