Bosque de leyenda
La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre es por tradición una noche mágica, de abertura y conexión con lo intangible, con lo que trasciende a la cotidianidad. Nuestros antepasados celtas, que tenían los bosques como escenarios sagrados, sabían muy bien que la Naturaleza es un templo y que si existe un poder indiscutible y arcano sobre el planeta su titularidad le pertenece por derecho. Hoy en día hemos dado la espalda a la sabiduría ancestral y nos situamos por encima de los objetos de veneración de los antiguos druidas. Y lo pagamos con el aire irrespirable de las ciudades y las advertencias de la OMS sobre las porquerías que ingerimos. Pero no todo está perdido, todavía existen lugares cercanos en los que la tierra huele a humedad y vida, los árboles extienden sus reverendas ramas verdes de hiedra y musgo al cielo y el sonido de las hojas al caer se confunde con la Tylwydd Têg o lengua de las hadas, como la denominaron en Gales. Uno de esos reductos de sobrenatural belleza se encuentra en Girona: es la comarca prepirenaica de la Garrotxa, pequeño paraíso de saltos de agua y hayedos como la Fageda d’en Jordà, asentado sobre la colada de lava del Croscat, uno de los veintiún volcanes que conforman el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
Las ninfas y los faunos se escabullen del ser humano camuflándose en la floresta; tened cuidado con tropezaros con ellos, especialmente al caer el sol, pues antes de que el romanticismo confiriera a las criaturas de los bosques un aire encantador, se las consideraba de todo menos amables. Cuidado también con las seductoras «dones d’aigüa» de las fuentes y los ríos como el Fluvià. Y si queréis estremeceros, llevad a uno de estos idílicos rincones de la fronda lecturas inspiradoras, propias de la fecha que nos ocupa, llamésmola Halloween, Samhain, castañada o noche de Todos los Santos.
Lecturas para Halloween
Para empezar de forma más suave, recomiendo los Cuentos góticos de Elizabeth Gaskell, una delicia narrativa de esta escritora victoriana que retrata la sociedad británica de principios del siglo XIX y de momentos anteriores, como en el relato sobrecogedor de los juicios de Salem («La bruja Lois»), en el que los bosques americanos que rodeaban a los puritanos colonos eran fuente de temor y de superstición. El miedo a los indios y a la ausencia de civilización se combina con otras historias de desapariciones, de viejas niñeras, de maldiciones que afectan a generaciones enteras (como en «La clarisa pobre», uno de mis cuentos favoritos, o en «La maldición de los Griffiths»), bandoleros sin escrúpulos y castillos solitarios.
Otra recomendación, mucho más oscura y desasosegante, es la lectura de los cuentos de Arthur Machen, editados por Valdemar en el recopilatorio de su colección Diógenes bajo el título: El gran dios Pan y otros relatos de terror sobrenatural. Machen fue leído y admirado por el maestro del género, H. P. Lovecraft, y nos remite, no tanto a un universo de espíritus sino al de los mitos célticos, a invocaciones de fuerzas malignas, al halo diabólico del folklore nacido en los albores del tiempo. Machen renovó el cuento de horror extrayendo los clichés románticos de los fantasmas y las casas encantadas para sumergirnos en la desazón, la ambición del hombre por experimentar con lo oculto, desafiando la racionalidad científica, adentrándose en terrenos que pertenecen a los dioses y de los que difícilmente se sale cuerdo. Los paisajes de Machen son protagonistas fundamentales de sus historias y en ellos se encuentra la esencia primigenia de todo bien y de todo mal. Machen también es recordado por ser el creador de la leyenda de los Ángeles de Mons, que llegó a difundirse como real. En su momento se dio como verídico que los arqueros de la batalla de Agincourt (1415) habían aparecido para socorrer a los soldados británicos en el frente de Mons durante la I Guerra Mundial, superando los siglos distantes entre ambos enfrentamientos, para evaporarse después.
Cuidado que no anochezca en el bosque mientras leéis alguno de estos cuentos, no vaya a ser que el mismísimo Pan o una de los enanos prehistóricos que habitan en las profundidades se os aparezca…
¡Feliz Halloween 2015!